lunes, 15 de mayo de 2023

OPINIÓN: ¡Comunicación alternativa, comunitaria y popular!








Lcdo. Giovanni Barboza / CNP 664 / giovannibar@gmail.com

La idea reformista cabalga en la tesis de “cambiar todo, sin cambiar nada”, sin embargo, hay quienes se sustentan en otra idea similar que promueve “negar la historia, para erigirse como originales”. En el caso del tema que voy a desarrollar, me ocupa la explicación de la “génesis” de lo que hoy llaman “comunicación popular” y que no es mérito de un “dirigente político” como algunos pretenden imponer.


La cosa comienza por allá por los años 70, cuando en el escenario de la ONU, los países asistentes analizaban el Nuevo Orden Económico Mundial, y los Países No Alineados proponen el tema del Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC).


Sin ninguna duda, el planteamiento del NOMIC da base a todas las ideas sucesiva de “Comunicación alternativa”, “Comunicación comunitaria” y “Comunicación popular”, en tanto que la tesis fundamental aborda el tema del colonialismo "informativo", y el NOMIC critica la disparidad cualitativa y cuantitativa del flujo informativo.


Es en 1980, cuando el irlandés Seán MacBride, ganador del premio Nobel de la Paz, presenta un documento a la Unesco, donde se analizan los problemas de la comunicación en el mundo y las sociedades modernas, particularmente con relación a la comunicación de masas y a la prensa internacional, y entonces sugiere un nuevo orden comunicacional para resolver estos problemas y promover la paz y el desarrollo humano.


El Informe MacBride, se convierte en una bandera de lucha hasta para gremios como el Colegio Nacional de Periodistas (CNP) de Venezuela, que lo acoge para el análisis y la batalla por una “democratización” de la comunicación.


Más adelante, la síntesis del referido informe da concreción al término “Comunicación alternativa”, y surgen así fundamentos teóricos y prácticas que en principio “inundan” al país de “Periódicos alternativos” y “Periódicos comunitarias”, pero en el eterno debate profesional, los periodistas se abrogan el derecho de ser quienes pueden “hacer” o “dirigir” estas nuevas formas de comunicación distintas de los grandes medios convencionales.


Vale acotar, que en Venezuela se destacó el aporte teórico de periodistas como Eleazar Días Rangel y Marcelino Bisbal, para el sustento de este asunto de la comunicación alternativa, quedando relegada a un segundo plano la pretensión del Colegio de periodistas de secuestrar la nueva forma de hacer comunicación.


También se genera una corriente muy interesante que proviene del Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (Ciespal), desde donde el planteo soporta la tesis de la “Comunicación comunitaria” como una acción que surge de las comunidades desde donde se producen significados, símbolos y mensajes diversos que son compartidos y difundidos con el entorno más inmediato, lo que permite una interrelación entre los individuos.


La comunicación comunitaria se presenta entonces como una posibilidad que permite que las comunidades se encuentren en sus propias realidades, que hacen posible generar sentido de pertenencia entre los sujetos, por medio de sus prácticas diarias en la comunidad, o cualquier espacio de encuentro.


Sobre esta propuesta surgen diversas formas de hacer comunicación, además de los periódicos, aparecen los “pizarrones comunitarios”, los “periódicos murales”, los “alto parlantes comunitarios”. A principios de los años 90, yo propuse los “estudios radiofónicos alternativos” que se convirtieron, en algunos casos, en base para radios comunitarias hoy día.


Con la llegada de lo que se llamó “revolución bolivariana”, Venezuela se sintoniza con este fenómeno que estaba en crecimiento en toda América Latina, y se crean instrumentos legales para “blindar” el fenómeno de la “Comunicación alternativa”, siendo el “Reglamento de Radiodifusión Sonora y Televisión Abierta Comunitarias de Servicio Público, sin fines de lucro (2001)” un buen soporte para la actuación; este instrumento se sintoniza con nueva Ley Orgánica de Telecomunicaciones, y la Ley de Responsabilidad social en radio, televisión y medios electrónicos.


Desde mi punto de vista, comenzó un fenómeno que intentó soslayar las diversas formas de “comunicación comunitaria” y se impuso la idea de que las “radios comunitarias” eran el mejor mecanismo de comunicación alternativa o popular, sin embargo, la sujeción a una ley y la necesaria permisología que otorga el Estado (Conatel) reduce la autonomía comunitaria, y, en muchos casos, solo se convirtieron, estas radios, en “malas copias” de las radios convencionales (nada de comunitario).


Actualmente, “radicales de izquierda” y otros opinadores, se aferran a la denominación de “Comunicación popular” como concepto “liberador”, “autonómico” y “revolucionario” para enfatizar en un teorema que es sinónimo de todo lo que se ha venido haciendo en pro de la democratización de la información y la comunicación, de allí que se insista en la promulgación de una nueva “Ley orgánica de la comunicación popular”.


Finalizo exponiendo que Seán MacBride y su equipo, son los padres de lo “alternativo” en comunicación, y no se debe dejar de lado la iniciativa del Sacerdote Gustavo Ocando Yamarte, quien promueve en la ciudad de Maracaibo la creación de la Universidad “Cecilio Acosta”, que, en principio, formó Licenciados en Comunicación Social Mención Desarrollo Comunal, y es desde estas aulas universitarias que se sintetizan teorías y prácticas que bien valdría retomar para el debate.




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