Lic. Sergio Yépez Santiago
Psicólogo - Investigador en Etnopsicologia Política
El inicio del siglo XXI estuvo
marcado por el desplome de las formas modernas de hacer la política, y el
advenimiento de “líderes carismáticos”, que provenientes de los campos más inverosímiles
de la sociedad civil (militares, hombres de negocios, guerrilleros, humoristas)
quienes como lugar común enarbolan las más intensas críticas a la estructura
social reinante.
Las plataformas de despegue de
estas figuras venidas de aguas adentro de la sociedad, son los espacios no
reconocidos por la vieja política. Dejando ver que la vida cotidiana es la que
habla en los espacios electorales.
Estos líderes, tienen vida en
el rumor, en las redes sociales, la
televisión, las pintas y, el Facebook, y demás medios no convencionales, que
los legitiman en la opinión pública y les determinan el éxito en las contiendas
electorales.
En la lógica electoral del
siglo pasado y que aun en países como Venezuela se sigue intentando aplicar,
los contrincantes electorales son venidos de las filas de los partidos
tradicionales gracias al ejercicio de un intrincado sistema de relaciones de
poder y lobby político, sin llegar a ser los verdaderos líderes del pueblo, son
los candidatos del partido; es por eso que una y otra vez encontraron limite
las aspiraciones de la MUD, quienes se enfrentaron al liderazgo de un sujeto
tan popular y carismático como el difunto
Hugo Chávez.
Para lograr el poder los
partidos convencionales deben migrar a sistemas de monitoreo social no
convencionales, ya que está claro que el accionar político actual de los
votantes del mundo se suscribe a la hipótesis del sociólogo inglés Anthony
Giddens (1938-), con su teoría del fin del “consenso ortodoxo” o de aquellas
formas positivistas y modernas (rígidas, del deber ser social).
Parece estar claro, como dice Giddens,
que las personas comunes definitivamente son “agentes entendidos”, sujetos
consientes de su actuación, y de su influencia; donde se evidencia que la
acción de estas personas interfiere y
modifica a las estructuras sociales y viceversa, en una relación en dos
direcciones.
Algunos actores actuales del
viejo encuadre de izquierda o derecha, dirán que las redes sociales, la
alienación, los medios de comunicación, la manipulación mediática, son
culpables de la tonta acción política, del populismo o del voto del ignorante,
como si la orientación electoral está guiada por los políticos y no por la
acción política del colectivo, obviando que en la democracia el poder está en
los muchos y no en los pocos.
Ahora bien, ¿qué ocurre para
que un candidato carismático y políticamente incorrecto como Donald Trump
(USA), Hugo Chávez (Venezuela) o Jimmy Morales (Guatemala), lleguen al poder?
Acomodando el presente
análisis a la Teoría de Carl Gustav Jung (1875-1961) de las polaridades, hoy en
día las personas rechazan el encuadre político, y no se ven reflejados por la
máscara que muestra la sindéresis, la hipocresía y la prudencia
política-diplomática.
Producto del malestar reinante
en la vida cotidiana, las personas se identifican desde la sombra con estos
sujetos, quienes materializan, la llevada al acto, la anti-política, las
opiniones sin filtro, la ruptura de los protocolos, la expresión de las
emociones, las antiguas pasiones, la libertad de expresión aunque sea
inadecuado y las múltiples formas de pensamiento que habitan en la
cotidianidad, sean cuales sean.
Esta sombra no está asociada
directamente a los aspectos negativos del ser humano, como podrían verlo
quienes emplean los sistemas ideológicos religiosos, esta sombra es aquello que
hemos reprimido, aquello que en las instituciones tradicionales (familia,
escuela, comunidad, sociedad) nos está
prohibido manifestar, pero que está presente, e históricamente han estado
negados y contenidos. Esta sombra va cambiando conforme avanza la historia y se
modifica la estructura social.
Solo las mentes más inocentes
o quienes se engañan a sí mismos, son capaces de decir que el mundo de hoy es
igualitario y que las instituciones no discriminan. El proceso que estamos
viendo parece un momento en el que la sombra emerge, para provocar un
“sincericidio social”, con el quiebre de las estructuras, en un
post-estructuralismo renovador, que se irá acomodando conforme pasen los años.