La profundad
convicción religiosa al igual que la renovación de la fe, y cientos de promesas
cumplidas, fue parte de la grandiosa peregrinación hecha una vez más en tributo
el Santo de los milagros, El Niño de la Cuchilla.
Como lo es ya una
tradición desde un poco más de ciento sesenta años en los Andes Venezolanos, este
6 de enero cientos de feligreses se
trasladan desde diversas partes del país para venerar al Santo Niño de la
Cuchilla, en la subida desde la iglesia Nuestra Señora de Las Mercedes, hasta
la comunidad de la Cuchilla.
Esta celebración
constituye sin duda alguna la manifestación religiosa más importante del
comienzo de cada año en nuestro país.
Particularmente para
el pueblo zedeño es el encuentro de peregrinos, un honor y homenaje, pero también la fiesta en la que los
presentes le reafirman su fe y le piden nuevos milagros, encomiendan sus acciones
para lograr muchas cosas más durante el nuevo año.
En esta nueva ocasión
las personas comenzaron a subir desde
muy temprano: son varias las maneras de como cumplen sus promesas, hay quienes ascienden
a la cuesta de la Cuchilla caminando descalzos, otros orando, cantando,
quemando pólvora, en familia; expresiones hacia un solo reflejo, una sola
demostración de la más grande piedad y asombro para con el Santo Prodigioso.
Los actos litúrgicos
comenzaron en la iglesia Nuestra Señora de Las Mercedes desde las 7.30 a.m.,
con la misa oficiada por el padre Gerardo Ramírez, formador del Seminario San
Buenaventura de Mérida, posteriormente la imagen del Niño fue sacada y llevada en
procesión, custodiada por un grupo representativo de deportistas, a
propósito de estarse celebrando también a nivel nacional el día nacional del
deporte.
Los creyentes se
fueron sumando a la peregrinación que transitó por la cuesta, camino empedrado
hacia la comunidad donde se encuentra su Santuario.
Devotos le esperaban
en el trayecto y finalmente quienes le cargaban, arribaron al Campo Santo. En la plazoleta fue
oficiada la misa y festividad.
La sagrada palabra estuvo
presidida entre el Cardenal Baltazar
Porras Cardozo, Arzobispo Metropolitano de Mérida y Administrador Apostólico de
Caracas; así como, el presbítero Jesús
García, párroco de Zea.
Acompañaron varios sacerdotes de los templos
de los distintos municipios de la Sultana del Mocoties, autoridades civiles
encabezadas por el Alcalde de Zea, Raúl Darío Martínez.
Así como al cerro de
la Cuchilla van personas a pagar promesas, otras asisten a recargar sus
energías espirituales, entre ellas un grupo de habitantes de Guaraque y los Pueblos del Sur de Mérida quienes
partieron caminando desde el sábado por la noche.
El alcalde de Zea,
Raúl Darío Martínez sostuvo que la devoción cada día es mayor, la oración de
todos permitirá que el Niño pueda continuar iluminando a las familias.
UN PATRIMONIO CULTURAL Y RELIGIOSO
CONVERTIDO EN GRANDEZA
La imagen del Santo
tiene más de 160 años en su aldea, según relatos de antepasados los cuales están documentados,
indican que lo trajeron dos hermanas de la caridad que venían a
visitar a una familia que habitaba en ese lugar, le traían algunos obsequios,
otorgándoles entre estos el más preciado, una imagen del Niño Dios.
Al marco de divinidad
que difunde una imagen de alabastro, de aproximadamente diez centímetros,
personifica al Niño recién nacido, recostado en una piedra con el mundo en la
mano y la cabeza reclinada sobre el brazo derecho como si estuviera durmiendo,
quienes hacen vida en la capilla de la Cuchilla le cuidan y adoran siempre.
SEGURIDAD EN LA PEREGRINACIÓN
Funcionarios del
Cuerpo de Bomberos de Tovar, Policía, Guardia Nacional Bolivariana (GNB),
Milicia Bolivariana, Brigada de Emergencia Mocotíes, Brigada de Rescate Gente
Unida, y voluntarios, resguardaron y
acompañaron el ascenso y estadía de las personas. Dispositivo de seguridad
dirigido personalmente por el Comandante de Zona 22 de la GNB, G/B José
Betancourt Moya.