No merecemos que alcaldes gobiernen con la mira
puesta solo en su periodo
Al caminar por nuestras calles, es inevitable toparse con el reflejo de
una administración que, en muchos casos, parece haber dejado sus obligaciones a
medio camino. Calles llenas de baches, semáforos que funcionan de manera
errática y montañas de basura que se acumulan en esquinas y parques no son solo
problemas de infraestructura, sino síntomas de una gobernanza local
fragmentada y poco comprometida con el bienestar ciudadano.
Con la culminación del último periodo municipal, resurge un patrón
preocupante: la actitud de "yo ya no estoy, que resuelva el que
viene". Esta mentalidad no solo perpetúa el abandono de las urgencias
cotidianas, sino que evidencia una falta de rendición de cuentas y
planeación a largo plazo. Los gobiernos locales no son administradores de
turno, sino gestores responsables del desarrollo sostenible de nuestras
comunidades.
Una transición de gobierno no debería ser un simple trámite
protocolario, sino un proceso riguroso donde se auditen obras pendientes, se
transparenten recursos y se garanticen soluciones continuas. Sin embargo, lo
que vemos son calles sin reparar, servicios públicos desatendidos y
una desconexión entre las promesas y la realidad.
La acumulación de residuos en la vía pública no solo afecta la salud y
la imagen de la ciudad, sino que demuestra la falta de coordinación entre
recolección, limpieza y educación ciudadana. Si bien los vecinos tienen una
cuota de responsabilidad, es deber de las autoridades garantizar un
sistema eficiente y constante, no uno que colapse al cambiar de administración.
/ Redacción CC