Información vía El Pitazo Por María Fernanda Rodríguez
El pasado jueves 27 de enero falleció en el Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes (Iahula) Antonio Suárez, quien trabajaba como vigilante en el Núcleo Liria de la Universidad de Los Andes (ULA) en Mérida.
Suárez padecía una neumonía de vieja data, además de otras patologías agravadas por su precaria situación económica, la cual lo llevó incluso a tener que vivir desde hace dos años en su propio lugar de trabajo, según informó en un escrito el Decano de Faces, Raúl Huizzi.
«Antonio Suarez vivió en los últimos años un verdadero suplicio por los problemas de salud, agravado por la precariedad de la condición económica que se impuso a los trabajadores ulandinos (…) En sus carreras para proveer su alimento muchas veces caminaba del Núcleo hasta el hospital para aprovechar la generosidad de algún amigo que le brindaba un plato caliente de almuerzo», escribió Huizzi.
El Decano de Faces agregó que Suárez no tenía vivienda, motivo por el cual empezó a vivir en la misma garita de vigilancia donde trabajaba. «Se refugió en la garita de la entrada del Núcleo donde las frías noches merideñas ayudaron a resentir sus pulmones, hasta que la hospitalidad de sus compañeros de trabajo lo trasladaron a un salón en Facijup (Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas) que se convirtió en su morada hasta su traslado al hospital, donde su estado de salud ya no dio para más y finalmente falleció».
El mayor salario de un vigilante universitario, catalogado como obrero, no supera los 4 dólares mensuales.